La discriminación en Taiwán no
es algo nuevo, la sociedad niega su existencia, el gobierno asegura que
son casos aislados e incluso algunos extranjeros han llegado a creer que solo sucede en pueblos remotos.
Ejemplos
de discriminación son muchos, como la forma de trato de acuerdo
al nivel educativo de las personas; maestros de inglés rubios son
aceptados más fácilmente por los centros de idiomas y por los padres
de los niños; comunidades o grupos de personas han marginado a
inmigrantes por su color de piel, cultura o religión; inmigrantes de
algunos países vecinos que vienen a realizar trabajos domésticos son
vistos como personas de baja categoría; a algunas nacionalidades los ven
como borrachos, mujeriegos, que trabajan lento; en las universidades y
el trabajo no se reúnen mucho con extranjeros y prefieren salir solo
ellos; sonríen y por dentro están pensando la forma de sacar ventaja del
extranjero; estos son solo algunos ejemplos y cada persona podría enumerar
aún más.
Pero,
¿en verdad pasa esto en Taiwán? se supone que en Taiwán se recibe al
extranjero con los brazos abiertos, que la gente es amable, amigable,
muy abierta ¿Cómo es posible?
La
respuesta es SI, en Taiwán suceden todas estas cosas y aun más.
Recientes noticias comentan estos casos y muchos extranjeros se han
manifestado en Facebook, Twitter, algunos otros han hecho una
manifestación pública. Los comentarios hablan de las cosas que los
taiwaneses hacen que resultan ofensivas y desagradables para los
extranjeros, se ha iniciado el tira y empuja de comentarios.
Lo
que me ha llamado la atención es que como extranjeros nos damos cuenta
de esas noticias y nos escandalizamos por el preciso hecho que somos
extranjeros. Me pregunto ¿Cómo reaccionaríamos si estuviéramos en
nuestros respectivos países y se dieran situaciones como éstas hacia los
extranjeros? Quizás ni siquiera nos daríamos cuenta, quizás apoyaríamos
a nuestros compatriotas y diríamos “si no les gusta estar aquí pueden
regresar a sus países, nadie los obliga a quedarse”.
La
realidad es que en nuestros países estas mismas cosas suceden, pero no
nos damos cuenta o preferimos ignorarlas. Las cosas no son mucho
mejores, la discriminación racial es evidente, el ladino hacia el
indígena, el indígena hacia el ladino, el blanco hacia el negro y el
negro hacia el blanco. Desde el punto de vista religioso es igual,
católicos hacia protestantes, protestantes hacia católicos. Entre
universidades, equipos de futbol, prácticamente la discriminación ha
alcanzado todos los ámbitos de la vida. Es un cuento de nunca acabar.
Conozco
a alguien que sintiéndose orgulloso de su país fue marginado por los
miembros del grupo folklórico donde participaba por ser “demasiado
blanco para merecer usar el traje”; se hacen chistes en base al color de
piel de las personas; usamos adjetivos como gordo, flaco, peludo,
pelón, gigante ó enano. Los decimos de forma tan natural que nos parece
bien, sin embargo nunca nos detenemos a pensar si a la otra persona le
agrada el adjetivo o es que ya simplemente se acostumbró a ello.
Si
se les pregunta el motivo de su conducta, responden que los otros lo
han hecho también, se culpa a los otros siempre como excusa para hacer
lo mismo. En nuestra defensa caemos en hacer las mismas cosas que nos
disgustan que nos hagan. Nos convertimos en la misma clase de personas
que decimos detestar y lo peor, somos totalmente ciegos a ello y si
alguien nos lo señala lo negamos y hasta insultamos por el atrevimiento
de que nos digan que hacemos lo mismo.
Hasta
en el uso de la tecnología vemos casos, conozco personas que se burlan
de otras solo por preferir una marca determinada. Si se supone que
estamos en la libertad de escoger lo que queremos comprar y cada uno
tiene el derecho de comprar la marca que mejor prefiera.
La
discriminación existe en todo país, no hay lugar que se escape de ello.
No hay país ni personas perfectas. Todos somos diferentes, con
cualidades y defectos. Escribiendo ésto caigo en la cuenta como primer
culpable en utilizar sobrenombres, apodos o nicknames al referirme a
conocidos y desconocidos, a todos ellos una disculpa que en la medida de
lo posible haré llegar.
Como dijo Jesús, Amarás á tu prójimo como á ti mismo. Mateo 22:39