Nunca le hago daño a nadie, no
ofendo a nadie, no critico a los demás, no sé porque la gente me dice lo
contrario, deben estar locos, son una bola de sensibles y sentimentales
que no se les puede decir nada. Yo estoy bien, no veo porque debería
cambiar, no es mi culpa que ellos no hayan madurado.
Muchas
veces nos hemos expresado de esa forma, muchas más veces de las que
recordamos. Y aunque no lo hayamos dicho con esas palabras, lo hemos
expresado con nuestras actitudes, hemos herido sentimientos y destrozado
algunos corazones por el tan solo hecho de hacer una pregunta, el dar
una mirada, hacer un comentario o un gesto. Está bien el preguntar, ver,
decir o hacer pero debemos tener cuidado de la forma que lo hacemos.
Los adultos damos una mirada asesina a la persona que nos molesta,
efectivamente, los ojos hablan y expresan lo que con palabras sería muy
difícil de decir. Lo peor de todo es que le damos este tipo de miradas a
los niños cuando nos sentimos molestos por algo que estén haciendo y
los niños aprenden desde temprana edad que ese tipo de miradas
significan algo malo.
Recuerdo
con mucha tristeza las veces que por un simple comentario hice sentir
mal a alguien, las veces que por hacer una pregunta la otra persona se
sintió ofendida y prefirió retirarse para no seguir sintiéndose mal. He
tenido que disculparme más de una vez por mi actitud. Y eso cuando
comprendo lo que he hecho o alguien me ayuda a darme cuenta de ello,
imagino que hay más ocasiones en que lo he hecho y a la fecha sigo sin
saberlo.
Quizás
nuestros comentarios sean reales, nuestras dudas sean reales y los
gestos genuinos, sin embargo así como una canción tocada a diferente
ritmo suena diferente aun siendo la misma, decimos que es alegre o
triste o aburrida. De igual forma debemos aprender como y cuando
expresarnos para no sonar abusivos, demasiado críticos, como si
estuviéramos humillando a los demás, sin tener ese aire de “yo lo habría
hecho mejor”.
No
es necesario ir a la universidad para aprender esto, conozco personas
de todo nivel académico con este carisma y también quienes no lo tienen.
Es cuestión de personalidad, de carácter.
Pero,
¿Cómo me doy cuenta que debo cambiar? ¿Alguna vez te has expresado con
frases similares a las del primer párrafo? Yo si, muchas veces. Debo ser
el primero en admitirlo. Cuando la gente prefiere alejarse de nosotros,
cuando no nos es fácil hacer nuevas amistades, cuando decimos frases
como “yo estoy bien, no necesito cambiar”, entonces hay una gran
posibilidad que algo esté mal en nosotros. Solo venciendo nuestro propio
orgullo podremos cambiar, claro que para eso debemos primero tener el
deseo de cambiar.
No seremos perfectos, siempre cometeremos errores. Es una lucha diaria contra nosotros mismos.