En Taiwán
existen las princesas, no como las de los cuentos de hadas, tampoco son parte
de la realeza, nada que ver con Lady Di o las de Mónaco ni mucho menos. El término
“princesa” no se refiere a un estatus social, es aplicado a una enfermedad
mental por así decirlo, mejor conocida como “síndrome de princesa”. Lo de
enfermedad mental lo menciono no por discriminación, sino porque esa es la
forma como mis compañeros de trabajo y otros taiwaneses lo han descrito.
Se considera generalmente
que las chicas que padecen de este síndrome es por causa de los padres, en un
programa de televisión mencionaron que cuando los padres tiene una sola hija,
tratan de complacerle todos sus caprichos. Le compran la ropa más cara, los
juguetes más caros, cuando crecen le dan regalos costosos, no las dejan hacer
nada en la casa como cocinar, limpiar ya que son sus princesas, las cuales no
quieren que se ensucien. Además nunca aprenden a manejar auto, mucho menos
motocicleta, scooter o bicicleta ya que a ellas siempre las llevan a todas
partes y luego llegan por ellas para llevarlas a casa o a otro lugar.
Les gusta
rodearse de otras princesas, miran a las demás personas como inferiores, creen
que todos existen para complacer sus deseos y les gusta rodearse de chicos que
las traten como tales. Especialmente de aquellos que tienen el suficiente
dinero para complacerles. Cuando quieren ir a alguna parte, llaman a uno de sus
amigos para que las lleve, las espere o regrese por ellas más tarde. Los padres
se ensañan con aquellos que osen hacerles un desaire a sus princesas, no les
pueden decir NO, deben cumplir sus deseos. Algunos chicos las ven como una
palanca para ser populares también. El salir con ellas significa que se tiene
el suficiente dinero y la condición social para satisfacer a una princesa.
Hablando con
compañeros y compañeras de trabajo, cuentan que aunque en todo Taiwán es
posible encontrar a estas princesas, es mayor la cantidad en Taipéi, lo cual
tiene razón de ser, ya que es la ciudad capital. Una compañera me comentó que
el problema de educar de esa forma a las hijas es que el sueño de princesa se
termina al momento de casarse debido a que la tradición en Taiwán es que la
novia pasa a formar parte de la familia del esposo, dejando la casa paterna,
entonces pierde la protección que tenía y enfrenta la realidad.
Otros comentan
que las princesas difícilmente se casan, ya que son tan exigentes que no les es
fácil encontrar a alguien que llene sus expectativas o que les aguante el modo
por mucho tiempo. Con el paso de los años se ven obligadas a cambiar y en
ocasiones enfrentan problemas de baja autoestima al no entender porque les es difícil
encontrar un buen esposo. Otras se conforman con ser la 小三 (xiaosan) de alguien, ésta es la forma en que se le llama al amante de
una pareja. De hecho algunos las buscan solo por eso, sin compromisos reales.
Existen niveles,
por así decirlo, de princesas. Por ejemplo, en el sistema de chat más popular
en Taiwán, el BBS, una chica se mudó de Taipéi a otra ciudad y preguntó dónde
podía tomar el autobús que la llevara desde su casa a cierto punto, ya que ella
no sabía manejar auto, moto ni bicicleta. Fue una lluvia de comentarios lo que
recibió la chica, no muy agradables por cierto. Para que lo entiendas mejor, en
Taiwán si no manejas aunque sea bicicleta estás perdido. Manejar moto o scooter
es lo más conveniente en este país. Para dejarlo más claro, según estadísticas
del año 2011, hay más de 85 motos o scooters por cada 100 habitantes. Aquí puedes
ver a personas de más de 70 años manejando en la ciudad.
Ahora que lo
pienso, cuando estaba estudiando había un grupo de chicas a quienes los demás
taiwaneses llamaban las princesas. Me parece que efectivamente tenían algunos
rasgos de ese síndrome. Cada país tiene sus propias princesas y una forma de
llamarlas. En Guatemala hablando en buen chapín les diríamos “patojas caqueras”.