Ciertas cosas
son difíciles de ver o encontrar. Hay situaciones que difícilmente se repiten
dos veces o que podamos ver dos veces. Bueno, esta vez me toco presenciar algo
que no se ve tan fácilmente. Fue algo tan grato que le tome una foto para poder
contarlo y tener pruebas de ello.
No soy taiwanés,
sin embargo he aprendido a querer este país y cuando vi la siguiente imagen me
invadió un sentimiento de orgullo. Los gobiernos ponen sus reglas, dictan quien
es amigo y quien no lo es, se olvidan que al final todos somos seres humanos,
que tengamos rasgos diferentes no nos hace mejores ni peores. Es precisamente
esa diferencia cultural, de raza y credo lo que hace que la humanidad sea tan llena
de vida y de una riqueza inmensa.
No somos
tan diferentes unos de otros, somos más parecidos de lo que creemos. Pero debemos
aprender a vernos con otros ojos, no cegarnos a nosotros mismos para no caer en
críticas y prejuicios que nos llevan a la discriminación hacia nuestros
semejantes. Como bien dijera el maestro Yoda, esos sentimientos nos llevan al
odio y el odio nos lleva hacia el lado oscuro.
Esto es lo
que vi en una feria internacional de maquinaria textil en Sudamérica:
¡Las
banderas de Taiwán y China ondeando juntas!
¡Y así
permanecieron durante los tres días que duró la feria!