He llegado a mis primeros 48 años de vida. Sí, 48
años. Nunca he negado mi edad, no la oculto de mi información en ninguna red
social y tampoco miento sobre ella. Estoy orgulloso de mis años, sabiendo que significan
experiencias y conocimiento acumulado, aunque algunas veces olvidado, pero que
son y han sido parte importante en mi formación personal.
Debido a un video sobre mi persona que ha salido en
Facebook, muchas personas me han escrito dejando mensajes muy bonitos, haciéndome
recordar viejos tiempos y lugares. Es muy grato saberse querido por tantas
personas en tantos lugares alrededor del mundo. Dios les bendiga a todos.
Lejos queda aquel niño que soñaba con viajar a otros países
al leer libros y revistas de historia, todos en blanco y negro. Ese niño veía
las montañas en el horizonte y fueron muchas las veces que le preguntaba a su mamá
“¿Allá ya es el Salvador?”, “¿Esas montañas están México?”, “¿Eso es Honduras?”.
En aquellos años de los 70s, se oían rumores de que
algunas personas estudiaban en otros países. Ese niño, aun teniendo 8-9 años,
se imaginaba con la oportunidad de algún día ser parte de ese grupo.
Hoy ese niño ha crecido, ha viajado en tres
continentes y ha logrado conocer lugares y culturas que veía en esos libros
viejos. Ha conocido personas con diferentes culturas, religiones, idiomas y costumbres.
Cada una de ellas ha dejado algo en la vida de ese niño. Sin importar si fue un
encuentro en un autobús, una pequeña conversación al hacer fila para comprar
algo, cada uno sin quererlo ha formado su carácter y dejado alguna experiencia.
Se siente bien leer los mensajes diciendo “lo lograste”,
“llegaste lejos”, pero no dejo de olvidar las enseñanzas de mi madre y padre, que
también fueron las que recibí de mis maestros de iglesia y que la misma Biblia
nos enseña. A no olvidarse de Dios ni desde dónde nos ha traído hasta este
momento.
Pero yo quisiera ir un poco mas allá. No solo es no
olvidarse de Dios, tampoco hay que olvidarse de todos aquellos que de una u
otra forma nos han ayudado a llegar a donde estamos ahora. Cada persona que se ha
cruzado en nuestro camino nos ha dejado algo.
Esas personas que te apoyan cuando te sientes mal,
aquellos que te toleran los arranques de carácter, aquellos que te escuchan,
los que te dan tu espacio para que te desarrolles o los que por respeto te
dejan solo cuando buscas alejarte de todos.
Todos y cada uno de ellos han colaborado de una u otra
forma a que alcances y logres lo que tienes ahora. Hay que reconocer que no
llegas solo, aunque las otras personas solo te vean a ti en la cima de la
montaña, no significa que no haya un grupo de personas detrás apoyándote y dándote
una mano.
Gracias a todos aquellos que han colaborado conmigo a
lo largo del camino, a los que me han tenido paciencia y los que aún a la
distancia me han apoyado con sus oraciones y palabras de aliento. A mi esposa, mi familia en Guatemala, amigos y a todos en general.
Estos 48 años no hubieran sido posibles sin ustedes.
Toda celebración es a su nombre y principalmente en el nombre de Dios.
¡Felices 48 años de estar luchando por seguir adelante
conmigo!
Espero seguir contando con todos ustedes. Dios les
bendiga.